martes, 8 de abril de 2008


DE CHUAO A MIRAFLORES.

Como decía en mi anterior capítulo, se produjeron unos minutos de silencio desde que llegamos a la sede de PDVSA en Chuao y hasta que el primer orador del día se montara en la tarima, fueron alrededor de 30 min.

Una vez allí estaba Carlos Ortega acompañado de muchos de los que formaban el grupo de Gente del Petróleo. La consigna iba dirigida en principio, al ¿Por qué estos hombres que defendían a la compañía, habían sido despedidos de forma tan insultante?, y es que hasta ese momento, la petrolera creía en el modelo meritocrático o lo que es lo mismo, los trabajadores hacían carrera dentro de la estatal para ir ascendiendo en ella por merito laboral y educativo, y no sólo los habían despedido sino que había comenzado la era de la politización de la empresa, debido a que el nuevo mérito para entrar en los altos cargos de la petrolera era ser lacayo fiel a Chávez.

La sociedad no sólo estaba molesta por las situaciones que habían venido pasando, sino también se hizo eco de la situación de estas personas, que buenos o malos, habían mantenido a la estatal petrolera como una empresa de renombre mundial, y que además eran hombres de familia que empezaban a sufrir por el hecho de enfrentarse al régimen.

Durante los sucesivos discursos en la tarima se escuchaba de la multitud el grito

¡PA MIRAFLORES! ¡PA MIRAFLORES! ¡PA MIRAFLORES!

No he de negar que era allí donde había que sentarse a pensar, yo por mi parte tenía una disyuntiva: ir a Miraflores, que como dije antes sonaba más que lógico, sobretodo luego de una muestra de fuerza popular como la que se estaba dando; como decíamos éramos tantos que nos sentimos guapos y apoyados. Pero por otro lado la lógica y quizás el instinto de supervivencia hacía que la otra parte de mi dijera que corría peligro si la gente se iba para allá y yo los acompañaba. Esa debía ser la pregunta que se hacían todos en ese momento, era poner en la balanza, no sólo raciocinio e instinto, sino también la supervivencia frente a los valores.

El despertar sobre mis pensamientos se presenta cuando los oradores de la tarima asumen como suyo el grito popular, deciden allí seguir la marcha hasta el palacio de gobierno, en ese momento supe que iríamos a la batalla y compré unos cigarros (son mejores que el vinagre a la hora de las lacrimógenas), si hice esto es por que ya había tomado la decisión de ir con la multitud y poner mis valores por encima de mi supervivencia.

Se organizó todo en Chuao y comenzó el camino hacia el centro de la ciudad tomando la autopista, fue un andar largo, ya que son muchos kilómetros los que separaban el punto de comienzo hasta la nueva meta, pero la cantidad de personas, la adrenalina y el creer en lo que estaba haciendo, eliminaba el cansancio, la sed y todas esas cosas.

El camino fue pacífico, la emoción de la gente al tomar la Av. Bolívar, ya secuestrada por esa época por los partidarios del gobierno, fue un primer triunfo, mi padre luchaba para mantenernos relegados en la marcha y yo trataba de mantener el paso para estar dentro de la primera avanzada.

Durante el recorrido las personas que llevaban radios o TV portátiles hablaban de una manifestación de mas de 500 mil personas, la más grande hasta ese momento en nuestro país, pero también hacían eco de las palabras de Freddy Bernal llamando a los círculos bolivarianos y a los seguidores del régimen a defender la revolución en las calles y a apostarse en los alrededores del palacio para no permitir la llegada de la marcha. Aun así no nos amilanábamos, pues era más que obvio quiénes eran mayoría en ese momento, además pensábamos como ciudadanos que al no dirigirnos de manera violenta no debería haber mayor represión.

Al llegar a la altura de la esquina El Chorro, ya se percibía el efecto de las lacrimógenas; fue a esa altura cuando una llamada nos alertó de problemas en la zona, y nos pidió que subiéramos por esa calle, cosa que me negué a hacer, ya que de allí provenía el olor de las lacrimógenas; en conjunto mi padre y yo decidimos seguir con el grueso de la gente y no hacerle caso a la llamada recibida. Esa decisión quizás nos salvo la vida a ambos.

(Continuará…)


SEGUNDA PARTE DEL DOCUMENTAL LA CADENA DE LA ONG CIUDADANIA ACTIVA.




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