EL PAIS DE LOS CIEGOS Y SU REY TUERTO

En estos días me sentaba a recordar mis tiempos de secundaria, esa época tan difícil de la adolescencia donde uno empieza a independizarse de los padres y a ir moldeando lo que uno es y desea ser.

La secundaria es, casi siempre, un campo de batalla donde las hormonas, la aventura, los riesgos se ponen en práctica muy a menudo, es allí donde empezamos realmente a crear caminos para socializar, sobresalir, etc.

Como en la selva, hay que saber pavonearse en búsqueda de las primeras novias, los amigos, el respeto y ese tipo de cosas tontas que tanto nos importaban en esos momentos.

En este afán por sobresalir, siempre existe un personaje o varios que se dedican a camorrear, a buscar pleitos para hacerse notar, y siempre dentro de este grupo están aquellos que por corpulencia o tontería se dedican a vociferar, ofreciendo pelea a todo el que pase por su lado y no sea su “jalamecate”, bien sea por temor o por sentirse identificado con este ser.

En mi liceo, obviamente, no era la excepción, y recuerdo un acontecimiento que me hizo sonreír, uno de estos personajes buscapleitos y bocón andaba tras un compañero, que, por su tranquilidad, era blanco continuo de esta clase de personas. Un día, en las escaleras, este ser estaba, como siempre, haciendo gala de su estupidez, atacándolo verbalmente y amenazándolo. Ese día, al parecer, el otro estaba de malas o quizá su paciencia se había colmado de tantas agresiones que en un segundo, sin dar chance de nada, golpeó dos veces en la cara al abusador que tantas malas pasadas le había dado, tan sólo para ufanarse de su hombría. Pues, esos dos golpes bastaron para sentar en el piso y dejar sangrante al grandulón, para luego verlo, como con lágrimas en los ojos, lo acusaba ante el director por las agresiones sufridas.

Imagino que ustedes pensaran que cambié mi blog para contar cosas personales, pero no es así; traigo esto a colación porque esta actitud, lastimosamente, es de esas épocas; época de la inmadurez de la adolescencia temprana, pero algunos nunca maduran y mantienen esta actitud verborreica y agresiva en la madurez.

Lo peor para nosotros, es que EL REY TUERTO sea un exponente de este tipo de personas que se pavonean, a través de su expresión oral agresiva y amenazante.

Lo que olvida, nuestro personaje de marras, es que al igual que mi compañero, algún día, va tanto el cántaro al agua que al final se rompe. Es por eso, que los autócratas y dictadores tienen finales tan parecidos, despreciados por el mismo pueblo que traicionaron, agredidos por quienes continuamente agredieron.

Sobre todo porque, quien habla mucho poco hace, y este REY TUERTO, ya nos ha demostrado en los capítulos del Museo Militar y del 11 de Abril, que cuando se le enfrentan, se le quita lo valiente.

Aun tienen tiempo el Presidente Chávez y sus acólitos, de tener un final tranquilo, de ponerse a gobernar y dejar de ser, al menos por un rato, un buscapleitos de oficio. Esperemos no tengamos que sentarlo en las escaleras y verlo luego llorando frente a la justicia.