miércoles, 9 de abril de 2008

MIS DIAS DE ABRIL (Capitulo IV)


EN MIRAFLORES (capítulo IV)

Como mi padre y yo decidimos seguir con el grueso de la gente, aun cuando algunos cruzaron por la esquina El Chorro y otros subieron por la Av. Fuerzas Armadas, nosotros seguimos el camino hacia la Urbanización El Silencio hasta la Plaza O´Leary; de allí subimos hasta la Esquina El Calvario. Justo al llegar se detuvo la marcha y se entonó el Gloria Al Bravo Pueblo todos arrodillados y con las manos arriba en señal de paz.

Los alrededores de la zona estaban atestados de efectivos militares, que no sólo blandían equipos antimotines, sino también armas de guerra. Al terminar el himno comenzó la refriega, pues los guardias decidieron lanzar un gran número de bombas lacrimógenas para tratar de dispersarnos. Mi papá con poca trayectoria en estas lides fue víctima de las bombas, él empezó a tener problemas para respirar, así que nos escondimos, acostados detrás de las salidas de aire del Metro del silencio, las cuales estaban justo en la esquina. Prendí dos cigarros para anular el efecto de las bombas y convencí a mi papá de fumarse uno para que pudiera retomar la calma. Un rato después los soldados se replegaban y nosotros volvíamos a concentrarnos.

Durante ese momento de calma que duró alrededor de una hora, los periodistas, los fotógrafos y la policía metropolitana comentaban lo que venía sucediendo, fue durante ese lapso que nos enteramos de un primer muerto y de la presencia de francotiradores en los alrededores, el primer episodio fatal fue el del fotógrafo Tortoza, recuerdo que la noticia la supimos a través de otro fotógrafo que estaba junto a nosotros cuando la recibió por radio.

Al mismo tiempo un camión donde venían Enrique Mendoza, Guaicaipuro Lameda y Andrés Velásquez pasó entre la multitud y se acercó a través del viaducto República para conversar con los efectivos militares; el camión no llegó a su destino porque una piedra impactó en la frente del dirigente mirandino.

En ese momento mi padre decidió que era tiempo de irnos, más yo ya no quería dar paso atrás, estaba a sólo unos pasos de la meta, más apegado a mi creencia de que estábamos haciendo lo correcto, y que estar allí era más que un deber tanto para conmigo como para con mi país, así que le prometí a mi padre cuidarme, le di unos cigarros, nos abrazamos y me quede junto a los demás.

Cada cierto tiempo volvíamos a la refriega cuando los militares bajaban del viaducto y nos trataban de repeler con las bombas. Allí escuche quizás la frase mas desesperada que he escuchado en mi vida, un hombre que nos animaba a ir contra los guardias diciéndonos: “que no podían matarnos a todos que alguno llegaría y que lograríamos el objetivo, que el no le importaba estar de primero pues se jugaba la vida de sus hijos en libertad y democracia”, afortunados que no nos hicimos eco de esa desesperación que también era nuestra, en ese momento fui testigo de una de las imágenes mas vistas, tanto en la televisión como en la prensa, la del hombre que se arrodilla frente a la guardia con las manos en alto pidiéndoles que entiendan y dejen de agredirnos. Mientras tanto en la esquina de Marcos Parra frente a la estación del Metro del Silencio comenzaba una verdadera guerra entre los manifestantes y la guardia nacional. Yo transitaba de una esquina a la otra, en unos de esos ires y venires vi a la policía metropolitana tratando de defender a los manifestantes de la agresión por parte de los efectivos militares con sus equipos antimotines, fue también en esos ires y venires entre esquina y esquina que vi como caía el joven de Bandera Roja en las cercanías de la estación.

Cada minuto que pasaba era una agonía de noticias lamentables, el saldo de muertos y heridos aumentaba, más nosotros sólo nos enterábamos por los rumores que llegaban a través de quienes por su profesión estaban comunicados. A las 4 de la tarde aproximadamente nos llegaron ejemplares extraordinarios del periódico El Universal donde se informaba de la situación que se había presentado cuando estábamos llegando a la esquina del Chorro, eso pudo haber ocurrido entre las 12:30 ó 01:00 de la tarde; también por los vecinos del Silencio supimos de la cadena presidencial, de la división de las pantallas de TV y de cómo sacaron fuera del aire a las televisoras.

Mientras nosotros batallábamos en un ir y venir, la cantidad de gente disminuía, no sabíamos si a causa del miedo, del cansancio o por los rumores de la aplicación del plan Ávila.

A las 05:00 p.m. ya éramos pocos, mi celular estaba casi sin pilas, cuando recibí una llamada de mi padre para saber de mi, logré decir que estaba bien, más en ese momento comenzó un nuevo ataque de la guardia, como estaba hablando por el teléfono me descuidé y aspiré gran cantidad de gas lacrimógeno lo cual me ahogo por completo y eso fue lo último que escuchó mi papá antes de que se terminara la batería del celular.

Fuimos replegados hasta la plaza O´Leary, allí decidimos, los pocos que quedábamos, que era momento de retirarnos.

(Continuará…)


TERCER CAPITULO DEL DOCUMENTAL LA CADENA DE LA ONG CIUDADANIA ACTIVA


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